(Reedito este post con motivo de la exposición homenaje a YSL que se puede ver en la Fundación Mapfre de Madrid hasta el próximo 8 de enero. Gracias Maestro)
El mejor vestido que puede lucir una mujer son los brazos del hombre que ama. Para las que no han tenido esa suerte, estoy yo, dijo una vez Yves Saint-Laurent, el genio de la Alta Costura, el virtuoso, el visionario, el mito.
Vistió a la mujer con esmoquin dos años antes de la revolución del 68, llevado por su inspiración de convertir en femenino lo masculino.
Revolucionó la forma de vestir de las mujeres, por eso cada vez que nos ponemos un simple pantalón, nos abrochamos una sahariana, elegimos el esmoquin para una fiesta o nos ajustamos el trench, se lo debemos a él.
YSL marcó un punto de inflexión en la moda gracias a :
1) el esmoquin femenino,
2) el traje pantalón, con el que combina la masculinidad del sastre con los colores ultrafemeninos,
3) la androginia,
4) la sahariana,
5) el estilo étnico,
6) los vestidos homenaje a los maestros de la pintura como Picasso, Mondrian,
o Braque, entre otros,
y 7) la incorporación de la modelo negra, en la foto Katoucha, su musa.
Porque vivimos en un mundo desordenado y decadente, en el que la belleza y la elegancia no importan demasiado. Me he sentido muy solo en mi lucha, por eso he decidido abandonarla. (Palabras, de plena actualidad, pertenecientes a su discurso de despedida de la Alta Costura)
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